A ti la que me inspira obedezco y deseo
a tu invisible huir y tu errante venir
hacia la honda cuna del ritmo tú me llamas
trayéndome la concha de la profundidad.
Son sin fin son sin fin los diluvios caídos
corazones que a tiempo probaron su fragancia
aquí están todavía las palabras perdidas
y yo compongo un verso de saber y perdón.
Carlos Edmundo de Ory
Qué recuerdos... Hacía años que no leía este poema.
ResponderEliminar¡Wow! ¡Soy tu primer comentario!
Bienvenida a la casa de locos... Digo... Blogger.
Un besote.