domingo, 28 de noviembre de 2010

Manuel IV

El coche patrulla blanco y azul volaba con naturalidad a través del tráfico y la sirena ululaba enarbolando su sonoro látigo. El vehículo se bamboleó al girar en la esquina, inclinándose peligrosamente.
- Tranquilo. Llévame allí... vivo- aconsejó el hombre del asiento trasero, oficial de policía.
Había subido al coche en movimiento, como en cualquier película, cerrando la puerta cuando las ruedas comenzaban a rodar. Los minutos contaban.
- Cuando estemos a cinco o seis manzanas de distancia, desconecta la sirena -ordenó.
- Sí, señor.
- ¿Cuánto tiempo lleva allí arriba?
- El sargento dijo que veinte minutos. Tal vez un poco más.
- Está bien -concluyó el oficial, reflexivo.
"Veinte minutos", pensó. Probablemente él se encontraba ya cerca del momento crítico. Tendría dudas y su mente sería un caos. Lo sabía, no sólo por ser experto en suicidios, sino porque era su trabajo y desgraciadamente había vivido aquella situación demasiadas veces.
- Comisario -inquirió el conductor-, ¿qué piensa decirle?
- ¿Qué le diría usted?
El agente sacudió la cabeza, manteniendo la vista fija en la enorme congestión de tráfico y de personas a la que se aproximaban.
- Desconecta la sirena -recordó el oficial al chofer.
El coche aminoró la marcha y se deslizó sorteando a los otros automóviles y a un gentío que empezaba a ser preocupante. El comisario deparó en una mujer que miraba en dirección al edificio. Llevaba a un niño de unos cuatro años de la mano, como si hubiesen venido a presenciar una función de circo. Un locutor de radio había difundido la noticia y decenas de curiosos se encontraban ya en el lugar de los hechos. Esto constituiría un problema añadido.
- Empieza por apartar a toda esa gente de aquí. Pide ayuda.
El conductor buscó el micrófono y el oficial se marchó a través de una confusa maraña de coches y personas. Cuando llegó a las proximidades de inmueble, vio el camión de bomberos, la ambulancia y otros dos coches de policía. Los agentes, al igual que la muchedumbre, permanecían con la vista clavada en la cúspide del Adelfa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario