martes, 30 de noviembre de 2010

Manuel VI

Manuel se pasa la mano por la frente. El contacto con el sudor parece devolverle a la realidad. ¿Cuanto tiempo lleva allí arriba? No lo sabe. Tal vez minutos, tal vez horas... Su memoria se convierte en un laberinto por el que se cruzan todos los días de su vida. Siente un calor pringoso que irrita su piel y escuece. Vuelve a cerrar los ojos y se complace con la oscuridad, una oscuridad a la que se asoman los recuerdos, como bengalas que estallasen en el cielo de la noche. Chisporroteos luminosos del pasado.
Sumido en sus reflexiones ha perdido la noción del tiempo. Mira hacia abajo en el instante en que una ambulancia tuerce la esquina y desaparece. La policía ha acordonado la zona, dejando a los curiosos amontonados sobre unas cintas plásticas a rayas blancas y rojas, como las utilizadas en las obras municipales. Casi a su altura una bandada de pájaros vuelan en formación. Soldados alados sincronizados en un vuelo armonioso.
Se pone alerta, aquel revuelo era algo con lo que en principio no contaba. Vuelve a mirar hacia abajo, esta vez con más atención. Distingue al menos una decena de policías. Seguro que alguno está ya subiendo con la intención de hacerlo desistir. Pero no les va a dar tiempo. Manuel aspira profundamente, cierra los ojos y se deja resbalar lentamente sobre el pretil....

J.J.

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